3 CORAZONES….
Forum cierra su año de actividades con una exposición dedicada exclusivamente a la pintura en su término màs tradicional, reuniendo las obras de tres artistas de una misma generación y que han tenido una larga trayectoria local e internacional, coincidiendo las tres por su larga estadía en Florencia.
Cada una de ellas ha optado por un camino pictórico que la distingue y si bien cada propuesta es independiente de la otra, de una extraña manera la buena pintura, el tratamiento espacial y la permanente indagación en la superficie plana permite identificarlas como una generación de pintoras que han destacado en el medio.
La invitación es acertada. Corren tiempos en los que nuevas generaciones se alejan de la pintura porque se les seduce con otras vertientes de la contemporaneidad. Sin embargo este no es el único atentado contra la pintura. A nosotros se nos enseña a leer pero nadie nos enseña a ver. Todos buscan un significado sin saber que el contenido es lo que realmente importa, que toda aproximación a la pintura demanda conocimientos o erudición que no están al alcance ni el interés de todos. Que para ser pintor se requiere de un profundo conocimiento, de un rigor y sobre todo de una pasión fuera del alcance y la comprensión de la mayoría.
Las tres expositoras en Forum, a su manera, atraviesan esa etapa donde la juventud se cruza con la madurez de la imaginaciòn. Es el momento preciso en el que la obra se vuelve propia e identificable. El tiempo en el cual el hecho de vivir y la acción de crear están separados por una zanja cada vez más angosta, al punto de desaparecer.
Michelle Magot estudió en Lima antes de marchar a Europa donde redescubrió la pintura del siglo pasado, para aplicarla a su propia obra. Adoptó las planeidad que Clemente Greenberg, en su libro Modern Painting, encuentra su origen en Manet. El más importante crítico norteamericano previo a la posmodernidad, privilegió la abstracción post-pictórica, concentrándose en experimentos formales con prescindencia de todo tipo de narración. De las tres expositoras Magot es la que mejor representa esta etapa con sus enormes zonas de color, con espacios liberados donde la pintura se aplica de manera espontánea para dejar ver el gesto o con la incorporación de elementos extra pictóricos como la madera, el mármol y, en esta muestra, con el acero que se integra y a la vez se enfrenta a la tela con extraordinario acierto. El resultado es una extraña fusión de refinamiento y contundencia que la vuelva una de las pintoras de mayor interés en el medio.
Michelle Prazak siguió un camino paralelo al de Magot por su identificación con aquello que Greenberg denominaba flatness. Pero ella acentúa la bidimensionalidad, incursionando de manera decidida en el campo de color (Color field painting) en el que destacaron artistas como Kenneth Noland o Frank Stella, hasta llegar al Filo Duro. Al igual que ellos Prazak radicalizó su discurso con una pintura óptica que constituye una de las experiencias más serias que se hayan dado en el medio en esta década. Su último trabajo es una conjunción de planos que se superponen en sutiles piezas monocromáticas o en trabajos que alcanzan la tridimensionalidad, donde los cuadros se superponen, a modo de una arquitectura imaginaria y la pintura crea ilusiones de encuentros y profundidades en una obra de sutilezas que en esta muestra termina por incorporar a la paredes como parte de su propuesta.
Valeria Ghezzi indaga por caminos distintos a los de Magot y Prazak. Alejada de la teoría norteamericana ella luce màs cercana a cierto automatismo surrealista que le permite extraer de su interior aquellas formas que van a poblar el espacio, sin tener una planificación previa, salvo su experiencia vital. Ese proceso de enfrentamiento al lienzo en blanco sin una idea preconcebida, la conduce a la realización de obras de extremo interés que en muchos casos la aproximan a sus compañeras de exposición y en otros casos las aparta para hacer una pintura orgánica, y en muchos casos narrativas, donde el anecdotario queda en buena parte en el subconsciente del espectador, pues ella lejos de lo evidente hace de cada cuadro un enigma que exige nuestra participación. Apasionada, prolífica y talentosa, la inclusión de su obra en esta muestra no solo integra una generación cosmopolita sino que establece una tensión entre distintas formas de aproximación a la pintura.